jueves, 25 de marzo de 2010

Una historia para contar

Hace 56 años lo hicieron por primera vez. Se tomaron de las manos y juntos, en un movimiento acorde, acompasado, suave y firme, sellaron su amor.
Quizás era muy pronto para saberlo. Quizás no. Era el 25 de marzo de 1954.
Ella tenía 15. El, 18.
Probablemente, en el pensamiento escondido de alguno de los dos, se le estremecía el corazón con el contacto suave de piel a piel, sintiendo el calor, uno a la par del otro.
Luego de ese instante, que pareció breve, lo hicieron siempre.
Tuvieron tiempo suficiente para hablar de proyectos y de cosas de amantes. Tuvieron tiempo para estar solos, para pensar si realmente querían una vida juntos.
Decidieron que sí. Luego, migraron buscando un horizonte y no dejaron de hacerlo, mojándose los labios con el dulce recuerdo de la primera vez.
Cuando llegamos los hijos, siguieron haciéndolo. Siempre tomados de la mano. Y buscándose en los ojos la ternura que no perdieron con el implacable paso del tiempo.
Hoy, estoy seguro de ello, volverán a hacerlo.
Se agarrarán de las manos y volverán juntos, en un movimiento acorde, acompasado, suave y firme a la vez, a sellar su amor.
Cortarán la torta como hace 56 años, cuando ella cumplía 15 y él 18. Así se conocieron.
Y como diría mi hermano, si no fuera por la bendita torta, hoy no estaríamos aquí ninguno de nosotros.
¡Feliz cumple, papis!

PD: Quiera Dios me bendiga y pueda transmitir el mismo amor, respeto y valores que uds.

viernes, 12 de marzo de 2010

lunes, 8 de marzo de 2010

I believe I can fly

"Creo que puedo volar
Creo que puedo tocar el cielo
Pienso en cada noche y día
Extenderé mis alas y volare lejos
Creo que puedo elevarme
Me veo corriendo a través
de la puerta abierta
Creo que puedo volar..."
(fragmento de la canción

Creo que todos podemos hacerlo... con un poco de empeño, con algo de poesía, un toque de talento y mucha imaginación.
Cuando escuché por primera vez a este muchachito, de origen coreano y apenas 12 años, no pude menos que recordar mis eternas tardes de verano con mi guitarra. Sólo ella y yo. Y las melodías. Dejando abiertos mis pensamientos, dejando volar la imaginación...dejándome llevar.
Tal vez sin el virtuosismo de este pequeño gran artista pero con el sentimiento de que todo se puede... incluso volar.
Gracias, pequeño, por renovarme las fuerzas.