Primeros vos, después yo. La respiración lenta, profunda, intensa...después agitada, después... acariciarte lento y despacio, hasta soltarte definitivamente.
El rojo carmesí intenso arde en mis labios, quema, cada vez que me acerco. Transpiro. Te beso. Te vuelvo a besar. Una y otra vez. Hasta sentir que te empequeñeces y tu aroma me envuelve, me invade y me llena para sentir la necesidad de volver a apretarte contra mí para sentir tu calor, tu piel, tu sabor.
Los vahos de alcohol se mezclan con tu intensidad que me provoca, me aprisiona, me traspasa.
Juegas conmigo, vienes y vas, me seduces, me tomas, me dejas y mis pensamientos vuelan. Más allá. Más acá. Más y más...
Y entonces, cuando apenas mi ojos pueden sostener mi mirada te vas, lejos, apagándote de a poco.
