viernes, 17 de julio de 2009

Amistad

"Un barco frágil, de papel, parece a veces la amistad... pero jamás puede con él, la más violenta tempesdad... porque ese barco de papel tiene aferrado a su timon, por capitán y timonel, un corazón, mi corazón..." (Alberto Cortez)

El Turco tiene la voz rasposa. Tabaco y alcohol, mujeres, noche.. una vida difícil, se ve. Habla de manera impulsiva, ampulosa, mueve los brazos, gesticula, se ríe a carcajadas con ese vozarrón que extraña cuerdas vocales más limpias y sanas.
No me había caído bien de entrada. El Turco es una de esas personas que necesitan saberse aceptadas mucho antes que las conozcas. Pero era muy amigo de un viejo amigo mío, a quien volvía a ver después de un largo tiempo en una reunión que organizó en su casa. No podía permitirme el derecho siquiera a mirarlo mal. Sólo que uno tiene prejuicios, ¿vió?... Absurdos. Son los defectos de ser humanos.
Flaco, de anteojos, de mirada encendida, unos cincuenta y cinco años tal vez -o menos, la noche hace estragos en la gente, dicen- el Turco se hace oir. Y ríe otra vez y te palmea, aunque no te conozca, como si fueras antiguo compinche de sus años de andanzas nocturnas.
Al menos la charla con los otros amigos y la previa del asado, que estuvo realmente rico, me hizo olvidar un poco las inoportunas intromisiones del Turco. Va de un lado a otro, se pasea de grupo en grupo, conversa, gesticula, se pone serio, discute con vehemencia lo que no le gusta y ríe, vuelve a reir con su boca abierta mostrando orgulloso su acullico.
Comenzó a pegar el frío. Vamos adentro. En el amplio living, nos acomodamos a gusto y la guitarra ya estaba en manos de alguien. Canto va, canto viene, el Turco había perdido su protagonismo. Pero en el momento más delicado de la noche vuelve a hacerse oir.
Todos lo miran, hacen silencio y comienza a cantar, a capella. Imposta su voz de la mejor manera, abre sus brazos y deja salir el caudal embravecido de su carisma para dedicarle a su amigo, el dueño de casa, una canción. Esa, de Alberto Cortez.
Cada frase la va haciendo suya, cada frase resuena como una súplica, como un trueno, según el significado y el remate dulce del estribillo...
Termina su canción y un cálido aplauso le retribuye el esfuerzo que enrojeció su garganta mucho más de lo que ya la tenía.
Me sorprendo aplaudiendo. Y mucho más aún, cuando mi mirada se nubla tocado por el sentimiento expresado en una simple canción.
Me pregunté entonces ¿qué es la amistad? Ese homenaje hecho poesía fue un resumen perfecto en alguien que sin tener una voz privilegiada, tenía algo más que tal vez todos nosotros en ese momento. El sentimiento y la valentía de decirle a su amigo lo que él quería pero no sabía cómo hacerlo. Y vaya si lo hizo.
Entonces al Turco lo estreché en un abrazo sintiéndolo amigo en un madrugada fría.

1 comentario:

Pipina dijo...

Qué lindo homenaje al Día del Amigo...!!! Tambien!!! con esa canción!!! que dulce que sos Horacio. Un poquito atrasado pero va mi comentario. Me gustó andar por aquí . Besos Pilar