miércoles, 23 de diciembre de 2009

Messi, el gran argentino

Hacía rato me daba vuelta por la cabeza intentar explicar el rechazo a ese pequeñín que parece un nene que tiene flequillo a "lo Balá", con la mirada de alguien que recién ingresa a la secundaria, inocente, con una sonrisa un tanto pícara, inocuo, siempre y cuando no tenga una pelota en los pies.
Habla poco. Pero dice mucho con la redonda pegada a sus botines, ahora de oro.
Intento explicar el rechazo casi general producido por su última alegría que lo consagró como el primer jugador nacido en la Argentina que gana un premio de la FIFA.
No nos engañemos: Messi, habrá nacido en Rosario y habrá aprendido y mamó las mieles del 'gran fúbol argentino' pero juega desde que tenía 15 años en España. Y en Barcelona. No en el Betis ni en el Sevilla. De la FIFA no miran fútbol argentino para premiar nada. Creo que no fue nadie de Banfield, el último campeón nacional, a presenciar siquiera la premiación, ¿no?.
Ese chiquilín genio no será Maradona pero es mucho más efectivo en un fútbol terriblemente más complicado del que jugaban Di Stéfano, Pelé y el mismo Maradona.
Sino, pregúntenle cómo hace para esquivar tantos programas de computación que lo analizan milímetro a milímetro y que está al alcance de todos los DT de primer nivel.
¿Cómo no gritar ese gol que le daba a "su club", que lo mimó, lo cuidó, lo hizo crecer en todo sentido, el título de campeón mundial? Además, como si fuera poco, ese club le paga. Y muy bien, por cierto. ¡Ja!
Hay algunos que por mucho menos gritaron más que si fuera la final del mundo de selecciones.
Entonces, no entiendo a los que dicen que Messi no es argentino, que haga lo mismo con la camiseta albiceleste, que es un traidor... ¿Y qué esperaban que hiciera?
Claaaro... tenía que mirar para otro lado y porque es argentino, ¿tenía que "ir a menos", dejar que Estudiantes con el pecho-frío-mal-preparado de Verón ganara porque se lo merece?
¡Y a la gente le ponen un micrófono y una cámara y dice cada cosa!.
Estamos mal. Realmente.
Aceptamos un "incentivo" para que un equipo se deje ganar y "mi" equipo se quede en Primera pero despotricamos, puteamos, contra alguien que grita a boca llena de gol el premio al esfuerzo de años de trabajo y prepación profesional.
La boludez argentina, en algunos casos, no tiene límite. Ah, y como la publicidad de una reconocida tarjeta de crédito, no tiene precio.

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