viernes, 2 de enero de 2009

Amores perdidos

Imagen nocturna de la ciudad de San Miguel de Tucumán vista desde el Cerro San Javier.


Primeros segundos de una película. Dos jóvenes coinciden en un bar, cruzan miradas, sonrisas cómplices y más miradas acompañadas de cierto rubor.
Después, cada uno toma un rumbo diferente y en la puerta, sus pensamientos se remiten al otro con un "ya habrá oportunidad".
En la siguiente toma, el protagonista es levantado literalmente por los aires por un vehículo y muere tan rápidamente como ella tardaba en dar vuelta la esquina para no verlo, ¿más?...
Claro, es una película y ella sí vuelve a verlo encarnado como "la muerte" que viene a llevarse a su padre.
La película la protagoniza Brad Pitt junto a Anthony Hopkins (Meet Joe Black) y tiene un final trágicamente feliz.
Pero, ¿quién no tiene un amor perdido, inconcluso, deseado, frustrado tal vez?...
Creo que todos, en algún instante de nuestras vidas, nos preguntamos "¿qué hubiera sido si...?" ese amor infanto-juvenil, esa pasión adolescente, ese amante intruso, ese/a hombre/mujer no sólo irrumpía en nuestra historia como una exhalación o una tormenta de verano sino que se quedaba definitivamente a latir al compás de nuestro corazón.
No se trata de remover las chamizas de un delicado romance o una loca aventura. Se trata de la incertidumbre de lo que no fue.
Hoy no hablaré de mí, si me permiten ser reservado en este tema.
Me remitiré a una historia que llegó a mis oídos casi a manera de confesión, hace un tiempo largo ya, luego de una noche en que los vahos del humo y el alcohol aflojan no sólo los cuerpos sino también las pesadas cargas del alma que sobrellevan escondidas pasiones.
En plena fiesta menemista de los '90, cuando todo aquél que tenía trabajo podía alcanzar sus máximas fantasías terrenales en cómodas cuotas, Fabián consiguió un trabajo que ayudaba a mantener su nuevo estilo de vida.
La moto que había anhelado en su etapa de niñez viendo a su tío montado en esa tosca pero portentosa Puma de los setenta llegando a su casa, era una realidad hacía meses. Aunque sus 24 años requerían de un vehículo acorde a sus viriles deseos: una Honda Transalp '89 fue la cúspide de su hombría por más que supiera que era un arma de doble filo y ya había traído tristezas al hogar. Igual se la compró. Siempre le habían gustado esos colores, blanca con líneas rojas y azules.
Una tarde volvía de su trabajo pensando en qué rumbo nocturno le impartiría a su máquina cuando se dio con la noticia que abortaba todo intento: tenía visitas en casa.
Su primo Antonio, que venía de una provincia vecina y al que no veía desde que eran apenas unos esquálidos aventureros que cazaban cotorras a la siesta, llegó a la ciudad para anunciar que se casaba en apenas dos meses y casi suplicar que se cumpla su deseo: "que los tíos sean los padrinos de la boda".
La alegría era doble. Además de la sorpresa por su llegada, la noticia de pasar al "otro bando" lo llenó de felicidad. Fabián estaba contento. Y orgulloso porque su padres serían los padrinos.
Miguel, su papá, era como un padre para Antonio. De chico había quedado huérfano tras un accidente de sus "viejos" en la ruta cuando iban en la destartalada Puma y Miguel lo encaminó en sus primeros años de rebeldía. Pero no a la vieja escuela de castigos y cintarazos. Fue pura comprensión y amor. Algunas veces Fabián envidiaba la situación de su primo por cómo lo trataba "su" viejo. No lo entendía. Su madre terciaba dulcemente para que su nene comprendiera lo incompresinble: la alta traición paterna. Así lo sentía Fabián hasta que Antonio se fue a vivir con otros tíos en la vecina provincia. Lo extrañó un tiempo pero no mucho. Menos, el compartir el amor de su padre.
Los años pasaron y las esporádicas escapadas de su primo a su casa eran vividas "a full" en las alocadas correrías adolescentes. Compartieron amoríos, borracheras, canciones y alguna que otra tropería.
El tiempo, ese socio silencioso de lo inexplicable, los fue separando. Hasta esa noche.
"Mañana llega mi novia. Quiero que la conozcan", dijo en algún momento en el que no era importante. Menos para Fabián, que sólo quería recuperar el tiempo perdido con su primo.
Lo invitó a dar una vuelta en el reluciente caballo metálico. Pero prefirieron destapar un par de birras más. Norte, por supuesto. Se quedaron conversando toda la noche.
Al día siguiente llegó Pamela. Era... cómo decirlo.
Todo ella era un poema. Su larga cabellera que olía a jazmines, sus ojos verdes hacían un cóctel mortal con el castaño de sus cabellos y su figura trazaba siluetas provocativas cada vez que cortaba el aire.
A Fabián se le heló la sangre cuando la vio. Fue un instante, un flash, un segundo en el que sus miradas se cruzaron... y lo supieron. Apenas si se hablaron ese día.
El después fue más duro todavía. La imagen de su primo, de sus padres como padrinos de boda, de su tío al que amaba con locura y le había heredado la pasión por los fierros, de su niñez feliz, era demasiada conspiración para sus fantasías.
Igual se le colaba entre sueños como un golpe doloroso de látigo, el contacto piel a piel con esa mujer que no sería su mujer.
Su primo volvió a su provincia por razones de trabajo pero ella no. No tenía apuro. Era profesional, tenía su trabajo pero no comenzaba hasta dentro de un mes.
"¿No se molestan si me quedo un par de semanas más?", dijo en el almuerzo y fue un acto criminal, premeditado.
Fabián casi se atragantó. Los padres de él proliferaron en porfavores, en que estaban encantados que ella se quede "el tiempo que quiera", que así podían conocer a la sobrina un poco más y cada frase era una estalactita que caía filosa en la sien del angustiado enamorado.
Fabián sólo sonrió cuando se lo preguntaron. Apenas si soltó un "si ella se siente bien..."
Pero no buscó la mirada de Pamela. La evitó como a ella toda la tarde y prácticamente toda la noche.
Ella fue más frontal. Lo encaró cuando estaba terminando de limpiar su moto en el garage.
"¿Vas a salir?... Me gustaría pasear un poco", le dijo casi ronroneando.
La transpiración comenzó a bajarle lentamente por la espalda y el corazón a latirle con fuerza. Temía que lo escuche. Por eso subió, encendió la moto y sin pensar le dijo: "Subí"...
Sus brazos le quemaron el pecho y su aliento lo embriagó mientras conducía sin rumbo, sin saber siquiera si quería detenerse. Estaba en el cielo. Se sentía en el paraíso.
Fue cuando el beso lo paralizó por completo y lo despertó del ensueño. La culpa lo rescató por un instante de la locura. Paró la Transalp. Se bajó. Caminó unos pasos mientras movía la cabeza hacia los lados lentamente. Estaba desorientado.
Pero la locura, se sabe, es eso... locura. Y desandó sus pasos rápidamente a su encuentro en búsqueda de su boca, de sus labios, de su cuello, de sus manos, de su piel y de todo ella.
El resto, no es apto para menores. Pero no necesitan demasiada explicación. Su imaginación los conducirá al lugar indicado y a las horas necesarias donde los amantes dejaron suelta también la suya. El regreso fue en silencio.
Fabián sabía que no podía volver a suceder. Pero se equivocó. Sucedió todos los días, a la misma hora, con la misma frecuencia, luego de que él salía del trabajo.
Se amaban sin decirse nada. Se buscaban primero con pasión, después, lentamente, saboreándose hasta los últimos restos de amor que les quedara.
El último día ella habló.
-Después de hoy, será como que nunca hubiera sucedido.
-No me digas eso. Sabés que no puedo estar sin vos, Pamela.
-Tendremos que acostumbrarnos a creer que esto no pasó. Yo seguiré mi vida y vos la tuya. No nos podemos hacer más daño, Fabián.
El se quedó en la punta de la cama dándole la espalda.
-Yo te amo, Pamela. No me hagas esto.
-Yo no lo sé, Fabián. Siento mucho por vos pero no sé si es amor.
Eso le caló en dos el corazón. Se dobló de dolor. Sintió ganas de vomitar, de salir corriendo, de llorar, de matarse por la deslealtad hacia su primo. Cuando sintió su mano en la espalda, dio un salto y se paró de una vez para vestirse mordiéndose los labios por no desnudar su rabia y su impotencia.
Agarró su moto y salió como un caballo salvaje en búsqueda de redención. La madrugada lo encontró casi sin abrigo, al costado de su moto, llorando como un niño al pie del Cristo bendiciente en la cima del Cerro San Javier.
No sabía cómo había llegado allí. Lo único que sabía era que buscaba perdón, que alguien le quitara ese dolor infinito que salía de sus entrañas y lo martirizaba minuto a minuto, hora a hora.
Al día siguiente ella se fue. Su primo se casó con Pamela pero él no fue a la ceremonia ni a la fiesta porque de su trabajo lo enviaban a un curso de capacitación. Dios se había apiadado de él.
"Es la oportunidad que estuve esperando todo el año... me entendés Antonio, ¿no?", le intentaba explicar a su primo para convencerlo además que seguramente ya tendría oportunidad de visitarlos. Algún día.
Nunca fue. Nunca más quiso saber de ellos. Sus padres sí fueron seguido a visitarlos y ella, gentil, preguntaba cómo estaba Fabián. Siempre quería saber de él. El no.
"¿Nunca más pensaste en ella?" le pregunté esa noche, no hace mucho, en una ronda de confidentes amigos, cerveza y puchos mediante.
"No... hasta hoy. No sé por qué. Nostalgia tal vez", dijo mientras llevaba el vaso a su boca para sellar sus labios definitivamente.
"La pucha..." atiné a decir, aunque sonó a poco.
El silencio se llevó nuestros pensamientos hasta que un "Salud por eso" rompió el suspenso y luego salimos con la excusa de comprar más cervezas.
Necesitábamos un poco de aire fresco.

Y Ud. estimad@ lector... ¿acaso no tiene una historia para contar, tal vez?

12 comentarios:

miguel dijo...

HORACIO,QUE TEMITA PAPA¡¡¡
QUE HISTORIA QUE LA ACABAS DE CONTAR,CON TODOS LO DETALLES,NADA SE TE ESCAPA.CON CUANTA ALTURA¡¡¡
COMO SIEMPRE ES UNA EXQUISITEZ LEERTE
SALUDOS PIRATAS

Soy Luz dijo...

huuuff, que historia- por mi lado tengo una sola historia que todavia no termino. Bien la termine te la cuento

un beso

Soy Luz dijo...

HUUFF que historia. Yo tengo una historia que todavia no la he teminado, bien lo haga te la contare. Prometo que sera muyy interesante

un beso

Pipina dijo...

Me encantó esa película como la historia que relatas!!! Yo, como muchos, tengo un amor desde mi niñez, en serio!Novios inocentes, cada verano que venía a pasar a Córdoba, todo nos daba vergüenza,pero hablo de niños,fuimos "novios" hasta los 14 años que no lo volví a ver, no vino a Córdoba y por un mal entendido él hizo su vida y yo la mía.Nos volvimos a ver después de 30 años, y fue como si nunca nos hubiésemos separado, en toda nuestra vida alejados nos recordamos mutuamente. Desde hace mucho vive en el exterior y cuando viene por estos lares nos encontramos pero como amigos, por poco tiempo, contándonos nuestras vidas de a trozos. Aquí no hay que imaginarse nada porque nunca pasó nada. Eso sí, siempre espero que venga!!! Gracias Horacio por este post, me llenó de nostalgias. Besos.Pipina

Pipina dijo...

Me encantó esa película y la historia que contaste!!! Yo tambien tuve un amor de niños, en serio, cada verano él venía a Córdoba y éramos novios inocentes como todo niño hasta los 14 años que ese verano no vino. Por un malentendido él hizo su vida y yo la mía. Hace mucho vive en el exterior y despues de 30 años nos volvimos a encontrar, nos reconocimos como si nunca nos hubiésemos separado y cada uno nos recordamos mutuamente todo este tiempo.Ahora vuelve a veces y nos encontramos poco, para contarnos de a trozos nuestras vidas, aquí no hay que imaginar nada porque no pasó nada, pero sí!!! siempre espero que vuelva y poder cerrar este círculo pendiente. Gracias Horacio por publicar ese relato, me trajo muchas nostalgias. Un beso. Pilar

Pipina dijo...

Horacio: como no manejo bien la computadora entré a tu blog con la dirección de una de mis nietas solcito. La historia es la misma y es real, me sucede a mí. Quería aclarar para cuando leas el posts los 3 últimos son MÍOS. Pilar Pipina (se entendió?)

Anónimo dijo...

HOla y bienvenido a mi espacio.
No importa lo que hayas tardado, sino que estás, y ahora no me abandones jajaja.

Uff vaya historia. Yo tengo otro espacio donde voy subiendo una historia por capítulos, que mezcla cosas reales, con fantasía, con magia, y cosas por el estilo, pero la cosa, es que a través de una fantasía se cuenta muchas cosas reales. En todo caso, aunque van 12 minicapítulos, solo he subido tres ya que la tenía entera en otro espacio que cerraron, y en este nuevo, no me apetece tanto, a parte que no me parece tan buena.
En cuanto a una historia??!!! uff yo tengo varias, pero se convirtieron en historias de terror, así que no merece la pena hablar mucho de ellas, ahí en el pasado, es donde mejor están.
Y en cuanto a ese amor que no se da, bueno siempre nos parece... a ver voy a copiar la canción de Serrat:
-"NO hay nada más bello que lo nunca has tenido, y nada más amargo que lo perdí" el ser humano somos así de tontos, no apreciamos lo que tenemos porque nos parece que lo que no alcanzamos, lo difícil siempre es mejor que lo fácil o lo que tenemos al lado, y a veces estamos despreciando con esto, a algo mucho mejor que la fantasía que nos creamos de lo que no hemos tenido. Por otro lado, cuando perdemos lo que hemos tenido por ese tipo de estupideces, no paramos de decir que no entendemos porque lo perdemos, y que nuestra vida es una amargura sin ese ser... en fin, el ser humano es así, estúpidamente fantástico... Y yo soy la más estúpida de todas, así que tengo infinidad de historias que rozan la estupidez de amores que dejé pasar por estupideces o miedos, y otros que debería de haber dejado pasar y no lo hice. NO me importa los que viví, y tampoco en exceso los que no viví, alguna rara vez me pregunto que hubiera sido si... pero la respuesta es la misma, no hubiera hecho estas jilipolleces con estas personas pero hubiera hecho las mismas estupideces con otras personas, porque a fin de cuentas lo que hice siempre lo hice pensando que era lo ideal y lo correcto. Y lo siguiente, es que para mi siempre mientras he estado con alguien, lo mejor no ha sido lo que he dejado pasar, sino lo que tengo a mi lado, claro, que alguna de esas veces ese razonamiento solo podía deberse a algún alucinógeno o algo así, sino no me lo explico jajaja.
En fin, que te estoy escribiendo la Biblia. Apa, te dejo.
Besines y mil gracias por pasar.

Unknown dijo...

Miguel: sí, qué tema. Todos tenemos nuestras historias resueltas o no. Lo hermoso es poder recordarlas con cariño y sin culpa. Gracias por tus palabras, siempre amables. Un abrazo.

Luz: no importa si tu historia es interesante. Lo importante es que sea tuya y que termine bien. Y si la quieres compartir, pues, venga... Un beso.

Solcito/Pilar/Pinina: Gracias, gracias, gracias por compartir tus cosas de esa manera tan cándida. Y sí, entendí... no te preocupes.

Helena: gracias por tu bienvenida y me daré siempre una vuelta por tu jardín. Y Serrat tiene razón... Lucía (aunque te llames Helena). Besos para tí también.

el Rafa dijo...

La narración es exquisita. El dolor de tu amigo es merecido por tocar algo que no le pertenecía y encima perdió algo muy valioso en el camino de la infidelidad, infidelidad a su primo. Entre mi gente eso es conocido como alta traición y merece el peor de los castigos: la muerte. La muerte del olvido.
Yo también tengo una historia de amor que no fue… pero es casi de dominio publico.

Unknown dijo...

Rafa: ¿quién pertenece a quién? ¿pertenecemos a alguien?... Sólo son preguntas. El tema de la traición, la infidelidad, el amor... qué es el amor. Esas cervezas pugnan por salir para embeber nuestras diatribas.

el Rafa dijo...

Hermano querido podríamos disentir al respecto… pero la piba esta comprometida con el primo!!! No hablare de la actitud de ella por que ya todos sabemos, pero el pibe rompió todos los códigos juntos. Bueno es mi opinión…

Bruno Cirnigliaro dijo...

Horacio, pasé a leer la historia. Me quedé sin palabras... por un momento imaginé un accidente en la moto, un arruinar la fiesta y alegría de la flia; pero me cacheteaste el final; pum pum, de un lado a otro. Increíble. Muy bien contado. Sobre lo sucedido, qué decir? No soy quién para decir o juzgar nada... simplemente cómo a veces la realidad a veces supera la ficción, no te parece? De todas maneras, valiente es que hayas decidido escribirlo... y publicarlo.
Yo me sumo a esos amigos y a ese brindis: "salud por eso"!