lunes, 12 de enero de 2009

Olores a infancia


Cada vez que tomo la ruta 9 rumbo al norte, camino a San Pedro de Colalao, no puedo evitar que me invada la ansiedad.
No es sólo el hecho de viajar. Me gusta hacerlo las veces que puedo y no siempre me provoca esa sensación.
Ir a ese lugar tiene un gusto especial porque pasé las primeras vacaciones que recuerde. Era a mediados de los setenta cuando mis padres lograron comprar un terreno, con mucho esfuerzo, a un kilómetro de la villa.
Antes de conocer nuestra futura casa dormíamos en una habitación de una casa antigua, a la vuelta de la entonces terminal que estaba al frente del bar de los Nieva, característico punto de encuentro de la villa veraniega por estar al frente de la plaza.
En esa casa ví por primera vez cómo carneaban un animal: el cordero tirado de espaldas en un tablón, con el cuello cortado por donde le salía un líquido verde y otro rojo. Mi curiosidad fue más fuerte que el temor que me causaban sus desgarrados gemidos de dolor y muerte. Mi primer enfrentamiento con el sufrimiento también.
No entendía en ese momento qué sucedía. Tampoco recuerdo haber comido su carne. Sí vienen a mi memoria mi hermana mayor, entre mi papá y una guitarra, intentando aprender algunas posiciones y tratando que lograra el rasgueo.
Luego de varios actos fallidos, le pregunté a mi padre si podía enseñarme. Eran dos notas con las que toqué mis primeras tres canciones. Habré tenido seis años. Menos quizá.
Un día de calor y peleas con mis hermanas, me fui caminando sólo donde mis padres construían la casa. Mi tío estaba sentado tomando... mate digamos, a las 11 de la mañana, junto a los albañiles.
También fue el primer reto grande que recuerdo.
Cuando al fin fuimos a nuestra casa, humilde pero cálida, era todo una aventura. No teníamos electricidad, porque no nos habían habilitado la corriente aún. Ni hablar de cocinar con gas.
Pero eso no era problema. Teníamos los quemadores, los sol de noche y los veladores. Había que ir al Turco Atim, el dueño de la proveduría de la zona en pleno centro que vendía de todo, para conseguir el combustible para no quedarnos a la luz de la velas.
Un poco más abajo estaban los deliciosos sánguches de milanesa que vendía doña Mary que eran nuestra cena.
Las noches, eran mágicas. Las estrellas, la luna, las luciérnagas o tucu tucu, el ruido del río que pasaba a menos de una cuadra de casa. En tiempo de crecidas, su bramido era aterrador.
Recuerdo los días de sol, los paseos en bicicleta, el caballo de Moisés que nos prestaba sin problemas, ir a comprar el diario a la villa o el pan, el olor a tierra mojada después del chaparrón de la tarde, infaltable; la naturaleza toda.
Mis pocos amigos, mis primeros intentos de galanteo, la música de los Bee Gees y Chicago, que pegaban con dos temas lentos tremendos: "How deep is your love" y "If you leave me now". El grabador que no se cansaba de repetir el cassette con los temas de la película Grease.
Las distancias que no eran distancias, volver de noche con una linterna porque no se veía el camino, todos abrazados, el auto casi nuevo de papá y su olor a cuero y vinilo en las noches eternas de radio (AM por supuesto); el olor al café con leche de la mañana, a humo de leña hachada recientemente por el marido de Nina, la vecina; al mate cocido de la tarde, al bollo con chicharrón, a pasto recién cortado... al río de Chulcas para recoger berro y comer en la ensalada. A las siestas silenciosas.
Porque todo tiene olor a infancia.
Ayer estuve en San Pedro dominando mi ansiedad cada vez que regreso, pero los olores ya no están. Sólo el canto del río que es el mismo, y el sol y las nubes de la tarde, siempre puntuales, con la plaza bulliciosa de niños, cada vez más niños; con los caballos de alquiler siempre rebeldes; con las sillas de los bares en las veredas; con los jóvenes madrugando al mediodía...
No pude ver las estrellas ni la luna... pero sé que ellas están.
Aguardándome con los perfumes de infancia, que nunca debería perder.

11 comentarios:

miguel dijo...

"..Que tiempo feliz el de mi niñez,velay yo no se para que pasara......."
horacio com siempre fantastico¡¡¡¡
que lindos recuerdos inpresos en el alma,es cerrar los ojos y volar y volar y volaR¡¡¡que lindo ha de ser ese lugar que describes con sencillez envidiable.saludos piratas¡

Yo NO SOY Cindy Crawford!! dijo...

A mi nunca me gustó mucho San Pedro. La última vez que fui, fue el año pasado en octubre masomenos. Lleno de adolescentes que creían q estaban en Punta del Este.
Desde que mi jefe hizo un relato q se llama: "Historias y añoranzas de S.P. de Colalao", descubrí q hay gente a la q le trae muy buenos recuerdos, y le tomé otro gustito... pero bue, es cuestión de haber vivido buenos momentos en un lugar, para q obtenga otro valor para uno. No crees?

Cecy dijo...

Los aromas que te transportan , aunque al volver sean otros, es una buena imagen para seguir soñando.-

Pipina dijo...

Los perfumes de la infancia no nos abandonan nunca aunque nosotros y el entorno cambie.Bello recuerdo de la niñez!!!.Besos.Pilar

Unknown dijo...

Miguel: así es hermano pirata, "palabrita e' Dios que dan ganas e' llorar"...
Abrazo.

Cindy: como dice Fito, Creo (belleza de canción también). Así como lo dices.

Cecy: soñar con olores, aromas, perfumes es maravillos. ¿Recuerdas algún invierno, quizás, con ese olorcito a rico? Gracias por pasar. Luego me cuentas. Espero leerlo en tu blog.

Pilar: Gracias por estar ahí. Es bueno no perder esos aromas a infancia, a lo nuestro. Besos.

A todos: Es importante para mí saber que están del otro lado. Conocer sus pensamientos y tener este ida y vuelta valiosísimo. Abrazos y besos para quien corresponda.

Anónimo dijo...

Ey no subió mi comentario o está pendiente de ser aceptado???

Besines

el Rafa dijo...

La neta que San Pedro solo tiene, para mi, recuerdos de borracheras monumentales y alguna que otra señorita de escote amplio. Suenan lindos tus añoranzas de niñes (lamentablemente) perdida, yo siempre fui un descastado asi que no tengo memorias de acotencimientos colectivos.
Abrazo.

Unknown dijo...

Ena: perdón, pero no encontré tu comentario. Este fue el único ¿querrías escribirlo de nuevo? Besos.

Rafa: siempre existe un lugar donde quedó tu niñez. Puede que esté escondida, demasiado inocente para el hombre de hoy. Un abrazo, hermano.

Anónimo dijo...

Los olores de mi infancia tienen que ver con el mar, la arena y los caracoles, el viento...olor a asado con la familia que llegaba a 20 personas. Es muy lindo y necesario volver a esos lugares y recordar una etapa tan importante. Llevar a nuestros hijos a que los conozcan y los noten, es un importante legado.

Unknown dijo...

Anónimo: así es, los aromas de la niñez nos devuelven lo más puro que tenemos si hay buenos recuerdos.
Y qué mejor que compartirlo con nuestros hijos.
Saludos.

Anónimo dijo...

Ays ahora que lo había vuelto a escribir se me borró!!! jooooo

En fin, vuelta a empezar y vamos ya por la tercera, y cada vez escribo una cosa, si es que tengo cuerda para rato.

En primer lugar, FELICIDADES, mágnifica redacción la del texto que te evocan justo esos aroma. Muy logrado el objetivo.

Yo guardo entre los rincones de mi mente, de mi alma, el olor al mediterráneo, el olor a salitre, a yodo, al olor de la ginesta, del aire húmedo, de mis familiares, de mis amigos e hijos, de mis exparejas, de dulce. El aroma del amor y del desamor, el olor de la brisa, del pueblo de mi padre, de mi madre, del chivo Quevedo, de la vaca Sonia, de las ovejas, de la casa del pueblo, en fin, tantos y tan buenos, aunque también hay malos como el olor de la muerte, de la putrefacción, y del desamor.

Pero la mayoría son buenos, porque precisamente el cerebro registra más esos aromas que nos dejan momentos de felicidad inigualables, quizás porque nos empeñamos en ver solo las cosas malas de la vida, y ahí se esconden esos aromas que en momentos determinados evocados por cualquier cosa, emanan de tu ser hacia el recuerdo para decirte, "¿ves, han tenido cosas tan lindas? no te olvides de ellas que para eso estoy yo aroma embriagador, que duerme en tu mente y cuando es reclamado despierta y vuela por tu ser para darte aliento, fuerzas y motivos para seguir recogiendo otros compañeros de momentos felices que vendrán junto a mi para volver a ti cuando nos necesites"

Me encantó.
Besines